Las elecciones de ayer no solo dejaron resultados políticos, sino también historias inolvidables como la de Honoria Caetano, una mujer de «101 años y medio» que acudió a las urnas demostrando que la democracia no tiene edad.
Honoria votó por primera vez el 29 de noviembre de 1942, en unas elecciones históricas para Uruguay, ya que fue la primera ocasión que hubo mujeres electas al Parlamento: Sofía Álvarez Vignoli (colorada) al Senado, e Isabel Pinto de Vidal (colorada), Magdalena Antonelli Moreno (colorada) y Julia Arévalo de Roche (comunista) como diputadas.
En una emotiva conversación con Willan Diallutto, Honoria recordó aquel momento único en el que, siendo una joven de 18 años, ejerció su derecho al voto por primera vez.
A pesar de la incertidumbre inicial, aseguró que le explicaron el proceso y acudió con su sobre preparado, en una elección donde resultó ganadora la fórmula del Partido Colorado, integrada por Juan José de Amézaga y Alberto Guani. “No sabía mucho de la votación, pero me dijeron que debía ir a votar, y así lo hice”, comentó entre risas.
Una familia dividida por los colores políticos
Honoria creció en una familia mayoritariamente colorada, aunque no sin excepciones. Entre las anécdotas que compartió, destacó a su hermano, un ferviente blanco que incluso evitaba consumir alimentos rojos, como la sandía, por asociarlos con el partido rival. “Él no quería saber nada de cosas coloradas, odiaba todo lo que fuera rojo”, recordó con una mezcla de asombro y nostalgia.
Estos pequeños detalles reflejan la intensidad de las rivalidades políticas de la época, cuando los enfrentamientos entre blancos y colorados aún estaban frescos en la memoria colectiva. Sin embargo, también habló de la convivencia familiar pese a las diferencias, señalando que las ideas políticas de su hermano parecían ser “cosa del destino”.
El contraste entre el pasado y el presente
Comparando aquellas primeras elecciones con las actuales, Honoria destacó cómo el sistema ha evolucionado. “Antes éramos muy pocos votando, ahora hay muchísima más gente y muchísimos más partidos”, señaló. Aunque admitió que acudió a votar por ser obligatorio, destacó la amabilidad del personal electoral que, al verla asistir a cada elección, ya la conoce y la recibe con familiaridad.
Además, remarcó que el proceso actual le parece mucho más sencillo que el de antaño. “Las muchachas me atendieron de película, todo fue muy fácil”, comentó, evidenciando cómo la accesibilidad al voto ha mejorado con el tiempo.
Un testimonio vivo del sufragio femenino
La historia de Honoria Caetano es un recordatorio del largo camino recorrido por la democracia uruguaya, desde los tiempos en que el voto femenino era una novedad hasta la diversidad política actual. Su testimonio no solo nos conecta con un pasado histórico, sino que también subraya la importancia de ejercer el derecho al voto, sin importar la edad ni las circunstancias.
