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Esteban Rivadavia: El Hombre Orquesta de La Paloma

Si alguna vez paseaste por La Paloma, seguro te cruzaste con Esteban Rivadavia, un personaje que pareciera tener el don de estar en todas partes.

De día, vende empanadas en la playa, por la tarde cambia el rubro a churros, y cuando cae la noche, se sube a los zancos y hace magia con globos en la Avenida Solari. Todo con una sonrisa y la energía de quien ama lo que hace.

Un Hombre, Muchos Oficios

Desde bien temprano, Esteban se instala en la playa con su canasta de empanadas caseras. «Las vendemos a 100 pesos, con buen relleno y hechas completamente a mano», cuenta con orgullo. No es un simple vendedor, es casi un embajador del sabor en la costa.

Pero su jornada apenas comienza. Con la tarde llega el turno de los churros, endulzando la vida de turistas y locales. Y cuando el sol se esconde, Esteban cambia su delantal por un traje de artista callejero. «Hacemos zancos y globología, que es lo que realmente me apasiona», dice. «Nacimos para esto, y cuando uno nace para algo, hay que darle lo mejor».

La Mejor Temporada en Años

Con cinco temporadas en La Paloma, Esteban sabe cómo se mueve el turismo. Y este año, según cuenta, ha sido excepcional. «Hace mucho tiempo que no veía tanta gente. La verdad es que hemos trabajado muy bien y no tenemos quejas», asegura. «Algunos siempre encuentran algo de qué quejarse, pero la realidad es que fue una muy buena temporada».

El clima acompañó y Rocha volvió a consolidarse como uno de los destinos favoritos de uruguayos y argentinos. «Hablaba con mi tío el otro día y le decía: ‘Tío, hace cinco años que vengo a vender acá y nunca había visto tanta gente'».

Siempre Buscando Nuevas Oportunidades

Esteban no es de los que se quedan quietos. Aunque el verano sea su mejor momento, siempre está pensando en qué hacer después. «A ver si salta algo más para hacer en el año», dice entre risas. No es de los que esperan, es de los que buscan.

Con su carisma, su empuje y su capacidad para reinventarse, Esteban Rivadavia es mucho más que un vendedor o un artista callejero: es parte del alma de La Paloma, un tipo que con su trabajo y su pasión logra que el lugar tenga más color, más vida y mucha más alegría.

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