El balneario La Esmeralda volvió a transformarse en un portal al pasado con una nueva edición de la Feria Medieval, un evento que transportó a los visitantes a la época de castillos, caballeros y vikingos.
En esta ocasión, nuestro compañero Willan Diallutto estuvo presente, participando en las distintas actividades que hacen de esta feria una experiencia única e inolvidable.
Desde el momento en que se ingresa a la feria, la atmósfera medieval se hace sentir con la música celta y las danzas medievales que envuelven el ambiente. Artesanos de distintas disciplinas exponen sus obras, permitiendo a los asistentes descubrir el arte de la madera, el vidrio, la alfarería, la acuñación de monedas, la orfebrería y la herboristería.
Para los amantes de la acción, la feria ofrece actividades como arquería, esgrima, lanzamiento de hacha y el desafiante levantamiento del martillo de Thor, pruebas que ponen a prueba la destreza y la fuerza de los participantes. También es posible posar en un trono vikingo, permitiendo a los visitantes sentirse como auténticos reyes nórdicos por un momento.
Las intervenciones artísticas itinerantes sorprenden a cada paso, mientras que las lecturas de oráculos vikingos ofrecen una mirada mística al destino de quienes se atreven a consultarlos. Para los más audaces, incluso hay opciones de tatuajes que perpetúan la esencia de la feria en la piel.
Cada rincón de la Feria Medieval en La Esmeralda es una oportunidad para sumergirse en la historia y vivir la magia de tiempos pasados. Sin duda, un evento que año tras año sigue conquistando a quienes buscan una experiencia diferente y fascinante.
Willan también tuvo la oportunidad de conversar con grandes y chicos, así como con quienes trabajan en la recreación de esta época. Entre ellos, destacó la participación del clan medieval «Cruachan», un equipo de recreacionismo histórico escocés que desde hace más de seis años se dedica a compartir la cultura, la vestimenta, las herramientas y las armas de la antigua Escocia. Su propuesta busca enseñar historia de manera interactiva y permitir que los asistentes experimenten de primera mano la sensación de blandir una espada auténtica o sostener un martillo medieval.
Los visitantes, tanto adultos como niños, quedaron sorprendidos con la feria. Algunos comentaron lo valioso que es para los más pequeños conocer sobre una época de la que no siempre se habla en profundidad. La posibilidad de participar en juegos medievales, ver espectáculos y aprender historia de forma lúdica convirtió a la Feria Medieval en La Esmeralda en un evento enriquecedor para toda la familia.
